Si quieres provocar tu propio divorcio, lo mejor es que seas sincero contigo y justo con tu cónyuge y se lo digas de manera clara y directa.
Si tienes claro que te quieres divorciar pero estás esperando que dé el paso tu pareja, al final estarás esperando que la parte valiente sea la otra parte. Esto puede acabar después de una fase de desgaste en la que tu pareja pueda no llegar a entender lo que ocurre y que acabe pidiendo el divorcio provocado por una serie de desencuentros y situaciones que no comprende.
¿Por qué por situaciones que no comprende? Sencillamente por no poder entenderlo por faltarle información pues no se le ha comunicado aquello que ya se desea. Que queramos provocar un divorcio por no atrevernos a dar el paso nosotros es perfectamente legal, pero es desleal pues supone mantener un engaño en el tiempo, pues se presupone que una relación matrimonial es querida por ambos y si hay problemas se comunica para intentar poner soluciones.
De no comunicar la intención o deseo de divorciarse y tratar de afear la relación para que sea la otra persona la que llegue al límite u nos acabe pidiendo el divorcio, es cobarde. Se está impidiendo superar las dificultades y que la otra persona pueda vivir una vida que sí quiere, pues ahora vive una ficción de un matrimonio que piensa que es mutuamente querido deseado, cuando realmente no es así.
Provocar un divorcio es injusto, pues depende de uno mismo. Por ello no dar un paso al frente y comunicar el divorcio de una manera lo más natural posible y esperar que el desgaste la relación y fruto del malestar sea la otra persona la que comunique su necesidad de divorciarse, que hemos creado nosotros intencionadamente, como se suele decir, con premeditación.