Para ganar un juicio de divorcio contencioso, no existe otra posibilidad que llegar a un acuerdo.
En un divorcio contencioso todos pierden, pero los que más pierden son los hijos.
El hecho de que un proceso de divorcio tristemente empiece con una demanda contenciosa de un cónyuge al otro, no quiere decir que acabe de manera litigiosa, pues en cualquier momento del pleito, incluso en el mismo acto de la vista, se puede llegar a un acuerdo.
De hecho, antes de la vista, cuando están los abogados y partes en la puerta listos para pasar a juicio, es frecuente la buena práctica judicial de hacer pasar a los abogados de las partes para tratar de entender las controversias y buscar formas de entenderse.
Antes de divorciarse lee esto, pero desde la destensión y pensando que siempre será mejor un acuerdo que un juicio, pues lo que está en juicio es su familia y la crianza, educación y bienestar de sus hijos que por responsabilidad necesitan que sus padres, cuanto menos, tengan claro que sus niños están por encima de cualquier discrepancia o dificultad.
Un divorcio contencioso nunca debe de enfocarse como una guerra entre cónyuges, pues forman parte de la misma familia y la separación no debería de romperla, menos aún si existen hijos. Una separación debe de regular las vinculaciones familiares.
Un juicio de divorcio contencioso nunca regulará de una manera natural las relaciones familiares. Un divorcio con hijos ya es suficientemente difícil como para que los progenitores no hagan todo el esfuerzo que sea posible para que por responsabilidad puedan crear un marco de seguridad y bienestar para sus hijos evitando que les afecte la ruptura en todo lo posible.
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Siempre habrá alguna persona que diga que ganó su juicio de divorcio y otro que manifieste que él o ella lo perdió. Esa dualidad de blanco y negro mantiene en una tensión a la familia. Cuando existen hijos y llega la ruptura sentimental, los que deben de ganar son los hijos que estén bajo una organización familiar con bienestar, con tiempo de calidad con sus dos progenitores que se mantengan el debido respeto.
El desgaste familiar de un juicio de divorcio contencioso puede crear una sensación de malestar en todos los miembros de la familia que sea un problema en sí mismo que se cronifique con el paso del tiempo separando a los miembros de la familia con traumas y depresiones.
El shock de un divorcio con hijos debe de controlarse con consenso y sentido común, en algunos casos no quedará otra opción que ir a juicio contencioso, pero ello no debería de suponer que moralmente ninguno de los espesos indique que «ha ganado», pues pretender ganar un juicio supone que el padre o madre de los hijos correlativamente lo perdería.
Ese no es el enfoque, siempre existe muchas opciones amistosas y entre todas ellas una en la que los esposos pueden estar sanamente de acuerdo. Si ambos cónyuges entendieran lo insano que es un juicio de divorcio contencioso para ello y los hijos, darían mayor valor al acuerdo de divorcio y mostrarían una actitud más comprometida con el entendimiento.
El plazo de un divorcio contencioso puede superar 4 veces el de un trámite amistoso y el precio económico superarlo en más de 10 veces. ¿Merece la pena? En tiempo y dinero objetivamente no. Subjetivamente el sufrimiento y desgaste familiar deberá de valorarlo usted, ojalá lo valore por encima de todo lo demás y ambos cónyuges y padres puedan llegar a un entendimiento que hagan que todos ganen con el convenio regulador de divorcio y nadie pierda.
Un acuerdo integrativo, no excluyente y beneficioso para los niños, siempre es posible.