Es muy delicado un matrimonio tóxico con hijos y terminarlo se debe de hacer de la manera más cordial posible, pues de no conseguirlo los perjudicados pueden ser nuestros hijos.

Salvo que se sepa cambiar la tendencia familiar, lo más normal es que un matrimonio tóxico termine en un divorcio tóxico.

Los niños no deben de convertirse en espectadores de las discordias de sus progenitores, pues si existe un matrimonio tóxico y se quiere gestionar un divorcio saludable habrá que dedicar un gran esfuerzo y dedicación enfocado a desintoxicar las relaciones familiares.

Debe de dejarse ayudar con consejos antes de separarse con hijos, pues el contexto social y familiar deben de estar lo más favorable posible a proteger cualquier contingencia fruto de la ruptura del matrimonio tóxico.

Cómo terminar un matrimonio tóxico con hijos

Terminar un matrimonio tóxico es conveniente, pero finalizar un matrimonio tóxico con hijos es una necesidad fruto de la responsabilidad adquirida por la mera relación paternofilial.

En muchos casos las relaciones toxicas se han asentado en reacciones recíprocas de ambos cónyuges que se tratan mal y acaban reaccionando inadecuadamente a compartimientos igualmente inadecuados del otro. No está justificado en ningún caso tratar mal a nadie por el mero hecho de que nos han tratado él o ella mal previamente.

Reducir la tensión y las conversaciones y actuaciones que no nos llevan a ningún sitio, para centrar la relación en aquello que sí es importante puede reducir exponencialmente las consecuencias negativas de la ruptura.

Un matrimonio saludable puede tomar la decisión de separarse o divorciarse, pero normalmente lo hará por el trámite amistoso y saludable. En un matrimonio tóxico, el divorcio tiene serias y preocupantes posibilidades de acabar en juicio de divorcio contencioso. Por ello, es muy importante separar lo legalmente procedente de lo sentimentalmente innecesario e hiriente. En una relación tóxica hay que cambiar el patrón y tratar de una manera lo más prudente posible al otro cónyuge, pues puede entrar en una fase de influencia de nuestros hijos y es algo que debemos de evitar en todo lo que esté a nuestro alcance.

Una tónica que se suele repetir estadísticamente es separarse a los 40 con hijos y es una fase de la vida en la que se sigue siendo joven, pero se quiere realizar un proyecto de vida posterior a la separación que no siempre es compatible con el adecuado cuidado de los hijos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *